viernes, 6 de julio de 2012

Cuando hablas de sexualidad debes considerar que al ser seres sexuados (hombres o mujeres) cada una de nuestras acciones estan influidas por ello.- La forma de hablar, de moverte, de actuar, todo lo que es tu personalidad esta influenciada por tu genero.- 
Tener una sexualidad responsable se refiere a que debes ser responsable de cada una de tus acciones, que debes realizar una correcta toma de decisiones. No se refiere solamente alo atinente al sexo, pero por supuesto que queda incluido en el termino, por ejemplo, usar preservativo en las relaciones sexuales, es parte de la sexualidad responsable, pero tambien lo es elegir tus amistades, cuidar tu salud en forma integral,
Espero entiendas la explicacion

martes, 3 de julio de 2012


Mucho tiempo habríamos soportado, y padeceríamos aún hoy, un régimen 
Victoriano. La gazmoñería imperial figuraría en el blasón de nuestra sexualidad retenida, 
muda, hipócrita. 
Todavía a comienzos del siglo XVII era moneda corriente, se dice, cierta franqueza. 
Las prácticas no buscaban el secreto; las palabras se decían sin excesiva reticencia, y las 
cosas sin demasiado disfraz; se tenía una tolerante familiaridad con lo ilícito. Los códigos 
de lo grosero, de lo obsceno y de lo indecente, si se los compara con los del siglo XIX, eran 
muy laxos. Gestos directos, discursos sin vergüenza, trasgresiones visibles, anatomías 
exhibidas y fácilmente entremezcladas, niños desvergonzados vagabundeando sin molestia 
ni escándalo entre las risas de los adultos: los cuerpos se pavoneaban. 
A ese día luminoso habría seguido un rápido crepúsculo hasta llegar a las noches 
monótonas de la burguesía victoriana. Entonces la sexualidad es cuidadosamente encerrada. 
Se muda. La familia conyugal la confisca. Y la absorbe por entero en la seriedad de la 
función reproductora. En torno al sexo, silencio. Dicta la ley la pareja legítima y 
procreadora. Se impone como modelo, hace valer la norma, detenta la verdad, retiene el 
derecho de hablar —reservándose el principio del secreto. Tanto en el espacio social como 
en el corazón de cada hogar existe un único lugar de sexualidad reconocida, utilitaria y 
fecunda: la alcoba de los padres. El resto no tiene más que esfumarse; la [10] conveniencia 
de las actitudes esquiva los cuerpos, la decencia de las palabras blanquea los discursos. Y el 
estéril, si insiste y se muestra demasiado, vira a lo anormal: recibirá la condición de tal y 
deberá pagar las correspondientes sanciones. 
Lo que no apunta a la generación o está trasfigurado por ella ya no tiene sitio ni ley. 
Tampoco verbo. Se encuentra a la vez expulsado, negado y reducido al silencio. No sólo no 
existe sino que no debe existir y se hará desaparecer a la menor manifestación —actos o 
palabras. Por ejemplo, es sabido que los niños carecen de sexo: razón para prohibírselo, 
razón para impedirles que hablen de él, razón para  cerrar los ojos y taparse los oídos en 
todos los casos en que lo manifiestan, razón para imponer un celoso silencio general. Tal 
sería lo propio de la represión y lo que la distingue de las prohibiciones que mantiene la 
simple ley penal: funciona como una condena de desaparición, pero también como orden de 
silencio, afirmación de inexistencia, y, por consiguiente, comprobación de que de todo eso 
nada hay que decir, ni ver, ni saber. Así marcharía, con su lógica baldada, la hipocresía de 
nuestras sociedades burguesas. Forzada, no obstante, a algunas concesiones. Si 
verdaderamente hay que hacer lugar a las sexualidades ilegítimas, que se vayan con su 
escándalo a otra parte: allí donde se puede reinscribirlas, si no en los circuitos de la 
producción, al menos en los de la ganancia. El burdel y el manicomio serán esos lugares de 
tolerancia: la prostituta, el cliente y el rufián,  el psiquiatra y su histérico —esos "otros 
Victorianos", diría Stephen Marcus— parecen haber hecho pasar subrepticiamente el placer 
que no se menciona al orden de las cosas que se [11] contabilizan; las palabras y los gestos, 
autorizados entonces en sordina, se intercambian al precio fuerte. Únicamente allí el sexo 
salvaje tendría derecho a formas de lo real, pero fuertemente insularizadas, y a tipos de 
discursos clandestinos, circunscritos, cifrados. En todos los demás lugares el puritanismo 
moderno habría impuesto su triple decreto de prohibición, inexistencia y mutismo. 

La palabra sexo es utilizada frecuentemente para designar diversas cosas. Por ejemplo, cuando se nos pregunta cuál es nuestro sexo, acertadamente respondemos hombre o mujer; sin embargo, la palabra sexo regularmente se utiliza para referirse a actividades que tienen que ver con la obtención de placer sexual.
Según el diccionario* sexo se define como la “...propiedad según la cual pueden clasificarse los organismos de acuerdo con sus funciones reproductivas”. También la definición de la Real Academia**, refiere al sexo como la “condición orgánica que distingue al macho de la hembra, en los animales y en las plantas”.
Estrictamente hablando, el sexo es el conjunto de características biológicas que diferencian al macho de la hembra y que al complementarse tienen la posibilidad de la reproducción.
Estas características biológicas no se refieren sólo a los órganos sexuales, sino también a diferencias en el funcionamiento de nuestros cuerpos.
Precisamente, las diferencias de los organismos del hombre y la mujer, son las que permiten que, al unirse sus células sexuales, exista la posibilidad de la reproducción.
*Guido Gómez de Silva, Breve diccionario etimológico de la lengua española, FCE y El Colegio de México, 1988.

La sexualidad está conformada por los elementos biológicos, es decir, el sexo; los psicológicos, como es el sentirse y pensarse como hombre o mujer; y los sociales, que hacen referencia al comportamiento que establece la sociedad para cada sexo. Entonces se puede entender por sexualidad a la forma en la que cada ser humano se manifiesta como hombre o como mujer, de acuerdo a las normas y valores propios de su cultura y de su época.
Así pues, los seres humanos en todas sus acciones manifiestan su sexualidad, desde la forma de vestir, hablar, caminar, etcétera, hasta en aquéllas en que se demuestran los afectos, las relaciones con los demás y la búsqueda de la intimidad y del placer. Al igual que con la palabra sexo, en muchas ocasiones el término sexualidad se ha usado para referirse sólo a las actividades que tienen que ver con el placer sexual; sin embargo, como ya se mencionó, la sexualidad forma parte de cualquier expresión humana, ya sea con búsqueda de placer sexual o sin ella.
La sexualidad se va modificando en cada etapa de la vida del individuo, y está básicamente determinada por el aprendizaje adquirido en el medio que le rodea. Es por eso que de una edad a otra los intereses sexuales van cambiando, coincidiendo generalmente con los cambios corporales. La sexualidad al irse construyendo ofrece la posibilidad de modificarse para permitir un mejor desarrollo del ser humano.